Opinión

COLUMNA ÍNFULAS: “Tamaulipas ¿Estado seguro o simulación de cifras?”

Por: Luz Elena Hernández Niño. Abogada.

Apenas el pasado 2 de mayo de 2025, el Gobierno de Tamaulipas presumía ante el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana los avances y “resultados” en materia de seguridad. Cifras históricas en la reducción de homicidios dolosos colocaban, según sus propios datos, a Tamaulipas entre los estados más seguros del país y el más seguro de la frontera norte.

Hoy, esa narrativa se desploma estrepitosamente con el asesinato de Ernesto Vázquez Reyna, delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en el estado. Un ataque armado, brutal y artero, en pleno bulevar Hidalgo, frente a la plaza Engrei, en Reynosa, donde incluso incendiaron el vehículo en el que viajaba.

Desde todos los frentes se alzaron voces para lamentar y condenar el hecho. Pero hace apenas dos meses, esas mismas voces eligieron cerrar los ojos ante la realidad y vender una versión maquillada del estado. Se aferraron a los números, a los gráficos y al discurso oficialista de que todo marcha bien. Porque si un estado es “seguro”, entonces no hay necesidad de nuevas políticas públicas, ni estrategias más profundas. Basta con administrar la percepción y aplaudir las cifras.

En su momento, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública fue usado para contrastar el presente morenista con el pasado panista: en 2017, Tamaulipas registraba 147 homicidios dolosos mensuales; hoy, en marzo y abril de 2025, reportan 18 y 17 casos respectivamente. Pero aquí la pregunta de fondo es otra: ¿De qué sirven las cifras si los ciudadanos siguen siendo asesinados? ¿De qué sirve presumir una “baja” estadística cuando un delegado federal es ejecutado con total impunidad?

Durante la conferencia presidencial del 26 de junio de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum fue clara al responder sobre la situación en el estado, dijo: “Tamaulipas ya no se percibe como un territorio inseguro, sino como uno que brinda certeza para la inversión y tranquilidad para la gente”.

¿De verdad? ¿Tranquilidad para quién? ¿O acaso la presidenta recorre nuestras carreteras sin convoy, sin seguridad, sin blindaje, de noche y sin protocolos? No. Desde la comodidad del poder, es fácil decir que todo está bien.

Y eso nos lleva a una reflexión dolorosa, pero necesaria. En Tamaulipas se mata todos los días. Feminicidios, desapariciones, secuestros, asaltos carreteros, delitos de odio… pero todo eso rara vez es noticia nacional. La indolencia se ha normalizado.

Sin embargo, cuando el crimen alcanza a una figura pública, el escándalo sí estalla, los reflectores sí se encienden, las condenas sí se multiplican. ¿Y las demás víctimas? ¿Y las familias que entierran en silencio? ¿Ellos no cuentan?

VERDAD INCOMODA: Tamaulipas no necesita ciudadanos de primera y de segunda, necesita justicia, y necesita, de una vez por todas, que los gobiernos dejen de administrar los datos y comiencen a proteger la vida de su gente.

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