Opinión

COLUMNA ÍNFULAS: “La Niña del Congreso y el Retroceso de una Lucha…”

Por: Luz Elena Hernandez Niño. Abogada.

Desde el privilegio que otorga una curul y el apadrinamiento de poderosos padrinos políticos, la diputada local de Morena, Katalina Méndez Cepeda, logró que el Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM) le diera la razón en su queja por violencia política de género contra el líder del Partido Verde.

Sí, el IETAM determinó que Manuel Muñoz Cano ejerció violencia política por referirse a ella (en un entrevista banquetera), como “la niña que está en el Congreso”. Por ello deberá pagar una multa de $5,657 pesos, será inscrito en el registro nacional y estatal de agresores políticos por ocho meses, e inhabilitado temporalmente para ocupar cargos públicos.

El problema no es el castigo, es la manera en que se usó una causa legítima como arma de vanidad.

La diputada convirtió un mecanismo de protección, fruto de años de lucha feminista, en una herramienta personal de promoción política, reduciendo el significado de la violencia de género a “un berrinche” institucionalizado.

Como mujer, NO puedo aplaudirlo, porque cada vez que alguien manipula la causa, se da un paso atrás en el camino que tantas mujeres han pavimentado con sudor, miedo y, en muchos casos, con su vida.

Katalina Méndez no rompió un techo de cristal; reforzó el estereotipo de que las mujeres en política somos frágiles, susceptibles, incapaces de resistir el roce rudo del debate público.

Exigió no ser llamada “niña”, pero su conducta fue exactamente eso, infantil, caprichosa y oportunista.

Mientras el IETAM fue puesto en marcha como maquinaria de validación política, la diputada proyecta su camino rumbo a una candidatura a la presidencia municipal de Victoria. Y lo hizo sin medir el daño colateral, la credibilidad de miles de mujeres que día con día luchan por ser tomadas en serio.

Porque mientras ella celebra su “victoria” institucional, allá afuera hay mujeres que no tienen el privilegio de mover engranajes burocráticos a su favor.

Las que madrugan para ganarse el pan, las madres solteras, las estudiantes que enfrentan acoso, las obreras que sobreviven con salarios injustos, las que son violentadas en casa y no tienen a quién acudir….esas mujeres no tienen curul, ni reflectores, ni apadrinamientos políticos…y si se atreven a denunciar,  “el engranaje” no se mueve igual, no hay justicia, ellas no son “niñas del Congreso”, son mujeres reales en un país donde cada día más de diez son asesinadas.

Y los números no mienten, los homicidios dolosos contra mujeres aumentaron 39% desde 2015; la violencia familiar 103%; y los delitos de género 272%, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Entre 2019 y 2023, la violencia sexual creció 22%, y la física 4%, según la plataforma EVA. Cada día, más de dos mujeres son víctimas de feminicidio.

Eso es violencia, eso es emergencia, eso es lo que debería indignar y mover a cualquier representante pública.

VERDAD INCOMODA: Hoy, mientras miles de mujeres siguen desapareciendo, siendo violentadas o asesinadas, hay quienes usan los mecanismos creados para protegernos como trampolines personales, y eso no es empoderamiento, eso es TRAICIÓN A LA CAUSA.

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