Cierra primaria en Ejido Llano y Anexas: familias alzan la voz ante el abandono educativo

Ejido Llano y Anexas, Bustamante, Tamaulipas.— Con candados en la puerta y carteles escritos a mano, la comunidad educativa de la Escuela Primaria Capitán Abdón Trejo Nava decidió esta mañana cerrar el plantel, cumpliendo así la advertencia lanzada días atrás:
“sin maestro para los grupos de primero y segundo año, no habrá clases”
La medida, tomada por madres y padres de familia, no es un acto de confrontación, aseguran, sino un grito de auxilio ante lo que consideran un abandono institucional. Al día de hoy, los niños de Primer y Segundo año de primaria tienen un mes sin clases y el enojo estalló cuando el supervisor escolar de la zona, identificado como Mauro Reyna, incumplió su compromiso de acudir el pasado martes para atender el problema. Su ausencia, dicen, fue “la gota que derramó el vaso”.
Lo grave, señalan algunas madres de familia es que el año pasado estuvieron 6 meses sin clases, situación que atenúa la falta de preparación en estos primeros años de primaria que es donde los niños aprenden a leer y escribir.
¿Qué fue lo que paso con la maestra?
La crisis inició con la salida de la maestra Laura Andrea Segura Hernández, quien dejó su plaza tras argumentar que sentía “miedo e inseguridad” después de que un niño rayara una pared del plantel.
Según los padres, el incidente nunca representó un riesgo real: “Fue una travesura, no una amenaza”, señalan.
La comunidad trató de responder con empatía. Gestionaron rondines de vigilancia, organizaron guardias y ofrecieron acompañamiento para garantizar un entorno seguro. Nada funcionó. La maestra no volvió, pero, si cobra puntualmente su quincena.
Hoy, con su ausencia prolongada y sin reemplazo, son los niños quienes pagan el precio, especialmente los más pequeños, quienes requieren mayor acompañamiento académico y emocional.
Los padres insisten en que su demanda es simple: un maestro presente y comprometido, y la atención efectiva de las autoridades educativas que, aseguran, han evadido su responsabilidad.
Entre cartulinas y reclamos, lo que resuena no es la inconformidad, sino la convicción de que su lucha es justa.
“No estamos cerrando la escuela por gusto. Lo hacemos porque nuestros hijos merecen aprender”, expresan.
Mientras el plantel permanece cerrado, la comunidad espera que la autoridad estatal escuche el mensaje detrás del candado: que la educación rural no puede seguir siendo la última en la lista ni la primera en ser olvidada.
En Ejido Llano y Anexas, hoy no hubo clases. Pero hubo dignidad, organización y una comunidad decidida a defender el futuro de sus hijos.



