COLUMNA ÍNFULAS. “Feria 2025: El negocio que se disfrazó de fiesta”
Por: Luz Elena Hernández Niño. Abogada.
Con el clásico “porque ustedes lo pidieron” como bandera, la Presidencia Municipal de Tula, encabezada por René Lara Cisneros, terminó por mostrar el cobre. A tan solo siete meses de haber iniciado su administración, ya queda claro hacia dónde apunta su estilo de gobernar: un “neomorenismo” reciclado, que repite las mañas del pasado disfrazadas de transformación.
Y no, no debería sorprendernos. Basta con echar un vistazo a su primera gestión (2013-2016), cuando vestía la camiseta del PRI. En esa época, quedaron en el aire 9 millones de pesos del programa de combate a la pobreza, entre otras irregularidades. Dinero que debió haber llegado a las comunidades más vulnerables, pero que, misteriosamente, se esfumó. ¿Dónde acabó? Lo dejo a su imaginación.
En campaña, Lara apostó por una estrategia simplona pero efectiva para conquistar a los votantes jóvenes: el “Refleshh” de la “ranita René”. Nada serio, claro está, pero suficiente para conectar con un electorado entre los 15 y los 25 años que compró la marca como si se tratara de un influencer más. Y funcionó. Las redes sociales hicieron lo suyo y la imagen desenfadada le dio una victoria que, vista a la distancia, parece haber sido construida más con memes que con propuestas reales.
Pero el entusiasmo juvenil se topó pronto con la realidad. La tan esperada Feria Tula 2025 anuncio una cartelera atractiva, artistas inéditos en el municipio, promesas de diversión y alegría para un pueblo que, pese a los problemas de; falta de agua, de alumbrado público, apagones Luz y caminos rurales abandonados, aún tenía ganas de celebrar. Por un momento, la fiesta le ganó a la frustración. El evento no solo generó expectativas: elevó la percepción pública del gobierno y distrajo del abandono estructural que vive el municipio.
Sin embargo, Rene Lara ni eso pudo cumplir. El pueblo no solo fue ignorado, fue burlado. A la gente ni siquiera se le permitió ilusionarse, porque sin contar con las mínimas condiciones logísticas ni de infraestructura, el alcalde se atrevió a vender entradas de “Zona VIP”: Diamante y Platino, en 3 mil y 2 mil 500 pesos. Todo esto en un espacio abierto, sin servicios adecuados. Es decir: Una estafa disfrazada de glamour.
El pueblo, una vez más, fue ignorado y usado. La administración de René Lara no solo gobierna mal, lo hace con cinismo. Y si en su primera gestión hubo dudas, esta segunda está dejando certezas: no se equivocó, se especializó en fallar.
VERDAD INCÓMODA: Los tultecos no merecemos migajas envueltas en papel brillante. Merecemos gobernantes que no nos vean como clientela electoral. Porque lo que pasó en Tula no fue un malentendido, fue un “negocio” disfrazado de celebración.
Y mientras tanto, las calles siguen oscuras, los caminos intransitables, y los mismos de siempre… nos siguen llevando al baile. La pregunta es: ¿Vamos a seguir aplaudiendo mientras nos pisan los pies? Es momento de exigir cuentas claras y no olvidar esta burla. Que el dinero que se recaude hoy, no termine como siempre, cambiando de bolsillo. Que cada peso vuelva al pueblo. Atentos, críticos y firmes: porque el silencio también es complicidad.
Por hoy es todo. Gracias y hasta pronto.