Nuestras tradiciones: el valor de lo sencillo
Unas chochas de palma, unas de sotol y un agüita de clavellina. Así, con lo que la tierra árida del semidesierto de Tula ofrecía, se alimentaban generaciones pasadas. No era mucho, pero era suficiente. Era conocimiento ancestral, respeto por la naturaleza y una forma de vida que hoy parece lejana, pero que guarda una riqueza invaluable.
Estas costumbres alimentarias no solo hablan de sobrevivencia, sino de identidad. Cada planta recolectada, cada preparación sencilla, encierra una historia de adaptación, sabiduría y conexión con el entorno. En tiempos donde la modernidad avanza y muchas tradiciones se desvanecen, volver la mirada hacia estas raíces no es solo un acto nostálgico, sino un ejercicio de memoria y orgullo.
Una muestra gastronómica con estos ingredientes no sería solo una exhibición de sabores antiguos: sería un homenaje a quienes vivieron en equilibrio con su entorno, y un recordatorio de que nuestras tradiciones siguen vivas si decidimos preservarlas.
Foto: Redes de nuestro amigo Fidel Tovar.